lunes, septiembre 19, 2005

No vas a hacer huesos viejos...

Esta mañana abrí la puerta del refrigerador para sacar la leche. Iba a prepararme un licuado. Y no se cómo ni porqué de repente recordé que mi abuelita va a cumplir años muy pronto, el 26 de septiembre.
De modo que lo dije.

-Nana! Ya falta poquito para que cumplas años. ¿Cuántos vas a cumplir?
- (...) 79.
-Whew. '79? Ya casi alcanzas a mi abuelo Salomón (80)...
-Y una amiga que tenía me decía que yo nunca iba a hacer huesos viejos, porque era muy desarreglada. "Ay Ramona, tu nunca vas a hacer huesos viejos", me decía. Ella nunca se quitaba las chanclas, y yo me descalzaba y me metía al río. ¿Y sabes qué? Ya hace 57 años que se murió.
-Se murió muy joven... ¿qué pasó?

Coloqué los ingredientes en la licuadora, y esperé su respuesta. Por lo regular mi abuela no habla mucho, pero hoy no era uno de esos días. Y a mi me gusta escucharla, de modo que esperé, y en efecto, prosiguió con una historia...

-Se murió como a los 23 años. De anemia. Una vez le salve la vida. Los piojos se la hubieran comido viva. Se había muerto su mamá y se había quedado sola con su papá, que era anciano. No dormía, no comía, no salía a ningún lado. Mira, llegué, y tenían unas papas. Las guisé y luego puse frijoles a cocer. Y la hice comer. Luego la hice que se bañara. Y me puse a quitarle liendres del cabello. Lo tenía largo así como tú. Y negro como el carbón del quinqué. Estaba todo renegrido y sucio. En las paredes había telarañas y "uvaris". El mantel de la mesa estaba tan sucio que después de refregarlo por un rato caí en cuenta que era blanco con dibujos de manzanas. El suelo (era piso de tierra) con el polvo tan suelto que ni se podía regar bien. Agarré la cubrecama y la metí en una tina con agua para lavarla. Lo mismo con la ropa de su papá, y la herví. Y así la dejé. Le prometí que pasaría a verla todos los días. Y sí, todos los días iba a darle vuelta depués de que salía de trabajar. Le di otra vez de comer. La hice que se bañara. La obligue a salir a tomar el sol. Le pedí a su papá que fuera a traerle al doctor y sí se lo trajo. El doctorcito le regaló unas vitaminas. Yo hice todo lo que pude por ella. La entretenía. La hacía reír.
-¿Y qué pasó entonces?
-Pues mira, pasó el tiempo y yo estaba comprometida para casarme. Una vez que fui a la plaza la vi bailando. Era muy bonita. Unos ojos muy bonitos. Una cinturita. Unas piernotas. En cuanto me vio salió a saludarme. Le dije que me iba a la costa. No sabía que esa era la última vez que la volvería a ver. Se veía tan bien y bonita bailando en la plaza! Me iba contenta de saber eso.
-¿Y?
-Pues después tu abuelo se fue al otro lado y yo me regresaba al pueblo. En el camino de regreso paramos en una tiendita a ver que comprábamos para comer, y nos encontramos a un muchacho del pueblo. Le preguntamos que si que novedades había, y nos dijo que ningunas, pero que "ayer habían enterrado a la (nombre aquí)". Fue como si me hubieran pegado un mazazo en la cabeza. No lo podía creer.
-Ouch.
-Su papá se murió y ella volvió a caer en depresión. Desde que me fui hasta que se murió apenas pasaron 11 meses. De haber sabido la habría alborotado a que se fuera conmigo...

Entonces si le dí click al botón "Liquify" de la licuadora. Un par de minutos después me tomaba el licuado y me despedía con un beso. La dejé picando cuidadosamente la cebolla que se mezcla con el ajo, ambos de forma muy fina, para hacer las bolitas de carne que van en las albóndigas.

Mi abuela es una mujer extraordinaria.

viernes, septiembre 16, 2005

Piedras de río


Yo no sé que tiene ese pedacito de mundo que me resulta tan fascinante. Es posiblemente la nostalgia. Lo cierto es que cada vez que me aproximo, por los callejones, y comienzo a percibir el aroma del río, vuelvo a ver los viejos álamos, las milpas, los garambullos enredados en los cercos de las milpas, el cielo tan azul, la tierra tan roja, una especie de felicidad me invade. Es casi como ver la sonrisa de los ojos que amo. Como sentir su abrazo. Como un tierno beso sobre un rostro febril al amanecer. Y aspirar su aroma. Y ver ponerse el sol. Y observar las pequeñas piedritas pulidas por sus aguas, tan multicolores, tan caprichosas, mientras el viento mece los sauces, pequeñísimos insectos revolotean entre las otras piedras, las lisas, las grises. El aroma del río a medianoche forma un conjuro con la luna llena, estoy segura. Algo mágico debe pasar ahí. Cuando regrese, recoja una piedra, lávela, llévela, consérvela cerca de donde late su corazón. Quizá no haya mejor amuleto que una piedra de río encantada por la luna, pulida por siglos por aguas que atraviesan las montañas y perfumada por álamos, sauces y garambullos silvestres día tras día, noche tras noche... Le prometo que su alma sonreirá con sonrisa de niño. Y esa sensación que parece agrandar los pulmones solo para llenarlos de la pureza de ese lugar no será más una postal en su memoria, sino un prendedor en su alma.

lunes, septiembre 12, 2005

convertido en mi contorno

Hoy tengo ganas de tomarme una taza de café. Pero no cualquier café. Café colado en un filtro viejo, pero usado todos los días, en una cafetera de peltre de color azul con manchitas blancas. Con agua puesta a hervir en una calentadera sobre la hornilla. En un rancho. Con una empanada y carne seca. Y que no se oiga a mi alrededor nada, pero nada más, que el murmullo del viento entre los árboles.

martes, septiembre 06, 2005

lunes, septiembre 05, 2005

Va... va.. (no se me desesperen)

No respondo por la calidad de las fotografías, que no las he tomado yo. EH? (véase dedote) A propósito, el sábado pasado transmitieron por Telemax un programa dedicado a las fiestas de Huásabas en la serie "Caminando por Sonora". Me parece que van a transmitir una segunda parte el sábado próximo. A eso de las 2:00 de la tarde. DIGO por si quieren verlo...

jueves, septiembre 01, 2005

De a dos...

Ya saben. Si quieren conocer chicas guapas, vayan a Huásabas. Les tocan de a dos. No? :*)