miércoles, agosto 20, 2003

Un huasabeño como cualquier otro

Como toda mi vida me levanté tempranito antes de que saliera el sol, me lavé las manos y ordeñé las vacas.
Más tarde llevé los animales a la milpita y fui por los caballos para ir a la otra milpa a las labores diarias (cortar alfalfa y regar).
Regresamos de la milpa como a las 12:00 del mediodía por el callejón, con suficiente zacate para los becerritos que se habían quedado en el corral de la casa.
Se me hizo un poco tarde porque en el camino me encontré a Manuel María Fimbres y a Tío Ferre, y después de platicar un largo rato regresé a mi casa.
Ahi me esperaban unas sabrosas enchiladas con mucho queso y cebolla verde. Después de comer tomé la acostumbrada siesta.
Nuevamente volví a la milpa en compañía de mis hijos a traer las vacas de ordeña. Al pardear la tarde me reuní con los esquineros en el "mentidero de que tía lita", ahí se comentaban los últimos acontecimientos, y cada uno platicábamos nuestras hazañas, y a cual más de mentirosos, como aquélla que contó Nando Fimbres, que viniendo de Moctezuma a Huásabas se le ponchó la llanta del carroy no traía extra, cortó una orqueta de encino y se la puso al carro y así llegó al pueblo sin problemas.
Después seguimos platicando de los animales que había en cada región, los más peligrosos, pues unos decían que en su rancho había tigres, otros jabalíes, otros leones.
Ahí se la reviró a Nando un amigo de Divisaderos, quien platicó que en su pueblo había un animal muy peligroso que se llamaba "tijabaleón", y que estaba cruzado de tigre, jabalí y león.
A las 9:00 de la noche se escuchó el toque de queda para los niños menores de edad, para que recalaran a sus casas y a esa hora nos retiramos a dormir.
Este fue un día como cualquier otro, en la vida de un huasabeño como cualquier otro.

Texto redactado a petición mía por mi abuelo Salomón, que no se llama Salomón sino Israel, pero ya ven como son los del registro civil

leia_y2k@yahoo.com

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